lunes, 27 de agosto de 2007

Confidencias cínicas de personajes de las elecciones colombianas

El procurador General de la Nación, Edgardo Maya, dijo recientemente: “Hay tres momentos en el proceso de elecciones: el pre-electoral, el electoral y el postelectoral; en el primero se encuentra el trasteo de votos; en el segundo, la compra de votos, la suplantación de electores y de jurados. En el tercero, la manipulación de resultados”. “Yo digo que con el actual Código Electoral y el actual sistema electoral no debería haber elecciones”. 12-7-07. El Tiempo.
Imaginemos que en un hipotético reportaje llamado ‘Elecciones 2007’ algunos personajes expresaran sus opiniones. Estas serían sus supuestas palabras.
El ciudadano despistado: ¿Elecciones?, ¿cuándo?, ¿de qué?
El que vota en blanco: No me gusta ninguno de los candidatos. Mi voto es de protesta. Acepto las reglas de juego del sistema, pero rechazo las opciones que se me presentan. Además, si los votos en blanco constituyen la mayoría, se tendrá que realizar nuevas elecciones. Y en las nuevas elecciones a Gobernador y a Alcalde no podrán presentarse los mismos candidatos.
El votante consciente y bien informado: Voy a votar por el candidato que ofrece en su programa las mejores soluciones a los problemas de la comunidad. Soy un demócrata. Defiendo mi derecho a votar y mi libertad para escoger el candidato de mis preferencias. Mi voto es de opinión.
El abstencionista activo: Yo rechazo al sistema político imperante. Esto es una farsa. No voto. Estas elecciones son ilegítimas. Es un juego de artificios, de simulaciones. Expreso de manera contundente mi rechazo a este engaño.
El abstencionista por desidia: el domingo transmiten fútbol. Yo no me pierdo esos goles por nada en el mundo. Yo no entiendo de política. A mí no me molesten.
El votante bajo amenaza de muerte: si no voto por el candidato que me dijeron, me asesinan. Tienen amenazada a toda mi familia. El Estado no me garantiza que mi voto sea secreto. Tampoco protege mi vida.
El que vende su voto: yo no soy ningún pendejo, recibo un billetico por el voto. A mí no me importa lo que digan los demás.


Matador http://www.eltiempo.com /2007-10-07



El empleado extorsionado: me conseguí un puesto, me exigieron mi voto y diez más. Si no lo hago me botan del trabajo. Estoy en un dilema: mi conciencia o el hambre de mi familia.
El ciudadano mal informado que genera el voto nulo: ¿Cómo es que se marca este bendito tarjetón? ¿Será aquí o acá? ¡Ah! Ya sé: aquí, acá y allá. ¿O será que no hay que marcarlo?
El candidato honesto: yo quiero contribuir con el mejoramiento de la calidad de vida de mi comunidad.
El candidato testaferro: el jefe me ordenó que inscribiera mi candidatura. Me dijo que no me preocupara por los votos. Que él tiene la tula y los contactos.
El candidato malandrín: yo me conozco bien todo este tejemaneje. Tú dices una buena carreta, la gente te la cree y luego que sales elegido te llenas los bolsillos. Aquí no sirve la ideo-logía, esto es un juego sucio. Y si quieres ganar, juega sucio tú también. A mí no me interesa el partido político que me dé el aval. Todos acabaron por parecerse.
El candidato delfín: este ha sido el oficio de la familia, toda la vida. Yo simplemente continúo la tradición. ¿Por qué razón voy a renunciar a ese privilegio? ¿No tengo derecho?
El candidato que representa sólo intereses particulares: mi gremio necesita estar en el poder para sacar beneficios adicionales a nuestros privilegios actuales. Soy un candidato que represento exclusivamente los intereses de las corporaciones de mi sector productivo. ¿Te molesta?
El periodista honesto: yo divulgo las opiniones y los programas de todos los candidatos. La ciudadanía debe estar bien informada. Actúo con responsabilidad. Creo en la democracia.
El periodista indigno: yo sólo difundo las opiniones de aquellos candidatos que me retribuyen económicamente con contratos publicitarios. Al mismo tiempo, tergiverso y manipulo las opiniones de los otros candidatos. Así de sencillo.
El funcionario decente: mi deber es cumplir y hacer cumplir las leyes. Además, por convencimiento, por ética, estoy atento a que no se cometa fraude.




El funcionario corrupto: yo estoy al servicio del que más pague. Mi interés personal es lo que importa. Yo no tengo escrúpulos, no tengo el mínimo remordimiento de conciencia. Soy el propio cínico. Y tú, ¿qué me miras?

Amable lector, en la puesta en escena electoral de la realidad, ¿cuál de estos personajes usted representa?


Publicado en El Heraldo como columna de opinión:
http://www.elheraldo.com.co/hoy070827/editorial/noti7.htm