lunes, 22 de febrero de 2010

¿El Carnaval, sin festejo carnavalesco?

Por:  Hugo González Montalvo
En muchas fachadas de los almacenes de la ciudad aún no terminan de borrar las imágenes ornamentales de marimondas; la urbe rápidamente se restablece como centro productivo después del goce del Carnaval. Siempre se desea que los próximos carnavales sean mejores. Con ese propósito, propongo que cuando abordemos conceptualmente las fiestas tengamos en cuenta, como referencia y orientación, los aportes de la teoría del espectáculo.
Recordemos que para que exista espectáculo se necesita la relación de una actividad que se ofrece a la vista y un sujeto que la contempla. Diferentes modelos de espectáculo se han conocido a través de la historia de la humanidad. En el Carnaval de Barranquilla predominan los desfiles, las presentaciones de artistas en tarimas y la transmisión televisiva como modelos de espectáculo. Lo curioso es que el modelo propio del Carnaval, el modelo de interacción carnavalesca, se está esfumando.
El modelo carnavalesco no establece separación entre actores y espectadores, los roles se intercambian, todos comparten una especie de intimidad socializada en un escenario abierto y móvil; los festejantes transitan al azar, libres por plazas y calles. Sabemos, por referencia, que en Barranquilla tuvo plena vigencia el modo original de ‘jugar al Carnaval’ y que, al instaurarse los desfiles, el modelo cerrado empezó de manera imperceptible a imponerse sobre el modelo abierto carnavalesco, se disciplinaron las manifestaciones espontáneas, convirtieron la vivencia real del Carnaval en una vistosa puesta en escena, el Carnaval se convirtió en espectáculo.
Hoy, los jóvenes no conocen otra forma de Carnaval que los desfiles y una amplia gama de espectáculos en espacios cerrados, que no necesariamente son carnavalescos. Los fastuosos conciertos se presentan de manera similar en muchas ciudades, en cualquier época del año. Los desfiles, los conciertos y las trasmisiones de televisión, como modelos de espectáculo de la industria cultural y de las comunicaciones, siempre tendrán a empresarios que se interesen en promoverlos, pero es al Estado (Ministerio de Cultura y Alcaldía) al que le corresponde la obligación de promover la vigencia del modelo de interacción carnavalesco como la forma más democrática de participación popular en el Carnaval.
En estas circunstancias, y con el objetivo de promover el restablecimiento del modelo carnavalesco, surge la propuesta de las ‘Ciudadelas del Carnaval’: los vecinos de barrio y las organizaciones socioculturales, con el apoyo estatal, realizan las fiestas en un espacio sin barreras: bulevares, parques o plazas. En un ambiente engalanado y con adecuadas medidas de seguridad, la población podría deambular gratuitamente con sus disfraces, comparsas, bailes y grupos musicales. En las ‘Ciudadelas del Carnaval’ habría una circulación permanente de monocucos, marimondas y toritos para complacencia de todos. ¿Será que ya es demasiado tarde para recuperar lo carnavalesco en el Carnaval?   
Posdata: A nombre de la Fundación Bacanería Planetaria comunico nuestro pesar por el fallecimiento del bacán Ralfhi Cien, su presencia jovial en el documental La bacanería, un estilo de vida fue determinante para comprender y conceptualizar este fenómeno cultural. Sus admiradores pueden seguir gozando su swing en la versión resumida del documental aquí:
Pttp://bacaneriaplanetaria.blogspot.com/2010/02/la-bacaneria-un-estilo-de-vida-video.html}

Publicado como columna de opinión en el diario EL HERALDO de Barranquilla, Colombia:
http://www.elheraldo.com.co/ELHERALDO/BancoConocimiento/B/bcolumsinfestejo/bcolumsinfestejo.asp?CodSeccion=48



lunes, 8 de febrero de 2010

Sancionar o sucumbir. Mente, Cerebro y Comportamiento.Reflexiones sobre Colombia.



Por Hugo González Montalvo.
En la medida en que iba leyendo el libro “La Mente Moral, cómo nuestra naturaleza ha desarrollado el sentido del bien y del mal”, surgían reflexiones relacionadas con nuestro entorno. Las conclusiones, provisionales, de algunas investigaciones científicas sobre cooperación social, comunicación y moralidad divulgadas por el autor, profesor Marc Hauser (codirector del programa Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Harvard), me hacían recordar los problemas de convivencia en nuestra sociedad.

Es natural que todas las comunidades de humanos tengan la práctica de proteger a los niños, ancianos, enfermos y mujeres en gestación. Ya en las sociedades de recolectores-cazadores (en la que predominaba el sentido igualitario), al momento de la repartición de los beneficios obtenidos, se aplicaban normas sociales que tenían como fundamento el sentido innato de la equidad. Fue así cómo nuestros antepasados fortalecieron la compasión con los débiles, como parte de la moral colectiva. Cada uno de nosotros está dotado de una mente moral innata que nos impulsa convertir  las intuiciones en eficientes normas sociales. Principios sustanciales de la naturaleza humana son exteriorizados en prescripciones y sanciones sociales. La investigación verifica que las sociedades se rebelan cuando alguna autoridad expide normas legales que desconocen la equidad implícita en las normas sociales. A propósito de los nuevos decretos de emergencia social: ¿Puede una norma legal, desechando costumbres milenarias, imponerle a la sociedad colombiana que desproteja a los enfermos? ¿Es posible que esas normas legales vayan en contravía de las normas sociales?

Los estudios sobre el comportamiento esencial de los humanos nos confirman que en circunstancias en las que violar las normas no representa ningún peligro de recibir una sanción, los individuos se aprovechan de la oportunidad para obtener mayores beneficios de los que tienen derecho. Las sociedades que no logran imponer respeto por el cumplimiento de las normas sociales, y que no sancionan de manera disuasiva a los infractores de la ley corren el riesgo de sucumbir. 
También nos ilustran los expertos que los individuos que se encuentren en una situación de vulnerabilidad son proclives a obtener beneficios menores, pero inmediatos, en vez de actuar con paciencia y recibir beneficios mayores a largo plazo. Lo anterior nos permite hacernos algunas preguntas: ¿Por qué comprar votos es una práctica que no es radicalmente rechazada por la comunidad? ¿Por qué permanece impune? ¿Será que vender el voto se considera licito porque aplacar el hambre de hoy, en vez de esperar el incierto cumplimiento de una promesa de campaña del politiquero, es algo inteligente para el estomago del famélico?

Las investigaciones revelaron también que en algunas especies animales es posible el fraude. Los individuos que eran escépticos frente a las señales de sus semejantes tenían mayores posibilidades de sobrevivir. Es decir, ser escéptico es una ventaja en el proceso de selección natural.
 ¿Se podría pensar que estamos como estamos en gran parte porque la inmensa mayoría de ciudadanos son creyentes ingenuos? Creen en toda la información emitida por culebreros mediáticos, en brujos, en mesías, en dioses, en politiqueros, etc. 
¿Quién o qué podrá salvar a los creyentes?
Publicado en EL HERALDO, diario de Barranquilla, Colombia.