lunes, 14 de junio de 2010

Ética y abstención. Elecciones en Colombia.

Por Hugo González Montalvo.
En Colombia pareciera que en el ámbito político y en algunas instituciones del Estado se tornó común, y aceptada mayoritariamente, una norma social que dice: “Lo único importante es el éxito”. Y de acuerdo con ese fin, el éxito en política se mide por la posesión del poder: “Aunque los hechos te acusen que eres una persona perversa, mientras demuestres que los resultados de tus acciones pueden ser considerados ‘buenos’, siempre serás absuelto. Es preciso, pues, que tengas una inteligencia capaz de adaptarse a todas las circunstancias, y que mientras puedas no te apartes del bien. Pero en caso de necesidad, no titubees en entrar en el mal. El fin justifica los medios”. En las actuales circunstancias históricas en las que la sociedad, estimulada por la codicia, da la impresión de que no tiene tiempo de recordar ni de reflexionar, la calculabilidad, el pragmatismo del superestratega, del superexperto, sustituye a la verdad.
Puesto que estar en el mundo es estar con otros, presupone interpretaciones diferentes, incluso contradictorias; muchos colombianos, que tienen otro ideal sobre cómo tenemos que vivir juntos, disconformes, saben que estas razones maquiavélicas y utilitarias, hoy populares, no responden a ninguna ética. Recordemos que la ética estima lo que cada uno hace con su libertad, tanto en los fines como en los medios; valora el procedimiento por el que una norma pueda considerarse moral. La necesaria obediencia a las normas sociales las somete a ciertos requisitos éticos. La ética es intersubjetiva, supone una comunidad civil en diálogo. Por eso los colombianos inquietos, se preguntan:
  • ¿Podemos catalogar nuestra conducta como correcta, cuando, con nuestra pasividad y silencio, aceptamos una situación social injusta?
  • ¿Hemos tenido la posibilidad de escoger una conducta diferente?
  • ¿Será posible una ética cívica, compuesta de unos mínimos compartidos entre las distintas opiniones de máximas aspiraciones ideales?
  • ¿Será posible una moral cívica que oriente la legalidad con principios éticos, que parecen irrealizables, frente al pragmatismo político, rampante y sin límites externos?
  • Mientras que el Estado actual siga interactuando, retroalimentándose, con una sociedad que no se guía por una clara ética ciudadana ¿podríamos aspirar a gozar en el futuro de un Estado moral?
La próxima jornada electoral se supone es una oportunidad para expresar opiniones sobre lo que debería ser el destino histórico de la comunidad, estamos obligados a colaborar lealmente en la perfección del grupo social al que pertenecemos. Frente a ella se postulan varias opciones:
  • Votar por Santos sería apoyar la institucionalización del ‘statu quo’, un viejo orden medieval español, aún vigente, que considera que lo que vale es el poder y que la política es una actividad ajena a la moral, en la que los valores éticos no tienen aplicación, que las reflexiones que proponemos aquí carecen de sentido.
  • Votar por Mockus, es votar por un político que hace una solicitación de opinión hacia sus planteamientos sin más pruebas que la de juzgar sobre el grado de credibilidad que tiene como persona, pero sin explicitar mayores datos que demuestren que tiene una oferta de cambio.
  • Votar en blanco es confiar en que si son mayoría los inconformes se pueden realizar nuevas votaciones, con nuevos candidatos. 
  • Abstenerse para unos es la oportunidad de gozar los partidos del mundial, y para otros es la ocasión perfecta para protestar contra un Estado que promueve la desigualdad y la injusticia. La mayoritaria abstención esperada también nos dirá que los candidatos no aportaron pruebas claras para convencernos de que era razonable aceptar sus planteamientos. 
Todo lo anterior está sujeto a múltiples interpretaciones. Usted, amigo lector, tiene la palabra.

 
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Publicado como columna de opinión en el diario EL HERALDO, de Barranquilla, Colombia.