Por Hugo González Montalvo
"Nuestra economía está gravemente debilitada, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos”. “Nuestro sistema de salud es caro; nuestras escuelas han fallado a demasiados. “Esta crisis nos ha recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede descontrolarse y que una nación no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece sólo a los ricos”. “Rechazamos como falsa la elección entre nuestra seguridad y nuestros ideales.” “Lo que no entienden los cínicos es que el terreno que pisan ha cambiado y que los argumentos políticos estériles que nos han consumido durante demasiado tiempo ya no sirven”. “A aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción, el engaño y la represión de la disidencia, tenéis que saber que estáis en el lado equivocado de la Historia”.
Si las anteriores palabras las expresará un colombiano del común podría fácilmente, en el actual clima de intolerancia, ser calificado de terrorista. Pero como son las palabras pronunciadas por el presidente Obama en su posesión, es frecuente que ahora funcionarios, políticos o periodistas las alaben de manera oportunista en los medios de comunicación.Se les olvida que recordamos que solamente ayer estaban diciendo justo lo contrario. Que todavía continúan pronunciando palabras cargadas de odio, de racismo. Siguen promoviendo la guerra, siguen defendiendo la primacía de los intereses privados frente a los públicos.
Es importante resaltar que cuando el presidente Obama dice “Pondremos a la ciencia en el lugar donde se merece”, está estimulando las concepciones que tratan de incorporar los nuevos conocimientos a la vida cotidiana de los ciudadanos. Esto, ojalá se aplicara con mayor empeño en la educación, donde estaba tomando fuerza las concepciones religiosas que pretenden desplazar al conocimiento científico en las explicaciones sobre el origen de los humanos en la tierra e impedir el desarrollo de las investigaciones en el campo de la medicina. Igual relevancia merece el presentar en pie de igualdad las diferentes creencias religiosas con las de los ateos o de los agnósticos cuando dice: “Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos e hindúes, y de no creyentes”.
Los colombianos debemos pensar que así como los jóvenes estadounidenses con su masiva participación, utilizando las nuevas herramientas tecnológicas como la Internet, pudieron desterrar del poder a unos gobernantes con tendencias perversas que pretendían legitimar el terrorismo de Estado, nosotros también podemos intentar promover las tendencias que favorezcan la consecución de la paz y el bienestar colectivo.
Obama prometió “garantizar el imperio de la ley y los derechos humanos”, al cerrar la prisión de Guantánamo, nos llena de esperanza. Hacemos propias sus palabras cuando reivindica la alegría como una fuerza que nos permite mantenernos optimistas al encarar los nuevos desafíos de la especie humana: “No podemos evitar creer que los viejos odios se desvanecerán algún día, que las líneas divisorias entre tribus pronto se disolverán; que mientras el mundo se empequeñece, nuestra humanidad común se revelará”. “Tenemos deberes…que acogemos con alegría”.
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Publicado en el diario EL HERALDO de Barranquilla