viernes, 10 de abril de 2009

De Dios y del diablo

Muelle de Puerto Colombia, Atlántico, Colombia.
Por: Hugo González Montalvo
Cuatro viejos amigos se reúnen todas las noches de los viernes a conversar sobre diferentes temas. Ellos son: Cando (Candoroso), Apo (Apocado), Ladi (Ladino) y Dife (Diferente) Algunos apartes de esos diálogos:
Cando: Definitivamente ese muelle era una belleza. Aún es imponente, mi querido viejo muelle.
Apo: Yo lo caminé muchas veces, hacía mucho calor y no vi ningún barco.
Dife: Una vetusta construcción inservible. Añoranza romántica de los que viven de la nostalgia. Un verdadero símbolo: de la corrupción y la desidia.
Ladi: A mí me importa muy poco esa ‘cosa’. Ahora, si lo van a reconstruir, inmediatamente me apunto. ¿Cómo voy yo ahí?
Cando: Es importante ponerlo todo nuevecito, para que vengan los turistas y lo admiren.Apo: Que aburrimiento mirar cemento, daña el paisaje.
Dife: Ojalá que los que protestan y luchan ahora por el muelle hicieran lo mismo por mejores servicios de salud y educación. En vez de botar esa plata, por qué no la invierten en desarrollo social. La gente de Puerto es el verdadero símbolo viviente del pueblo.
Cando: Ya le vas a meter política al asunto.
Apo: Yo soy apolítico.
Dife: Mi apreciado Apo, ser apolítico no es posible. Esa es una excusa para aceptarte como un ser sumiso.
Ladi: Yo no sé mucho de eso. Yo solo sigo al que me dé un puesto o me permita una tajada del presupuesto, y punto. Yo soy seguidor de Junior, tu papá. Y Colombia va a clasificar al Mundial, mi hermanito.

Dife: Por eso estamos como estamos. Definitivamente, así, ¿cómo vamos a progresar?
Cando: Hablas sospechosamente. Dife, me huele que te gusta buscar problemas.
Apo: Dejen de criticar tanto. A mí me agrada que todo siga igual.

Cando: A mí me gusta la reelección.
Ladi: Me impresiona la parla de los políticos. Esos manes sí son inteligentes. Yo los admiro. La saben hacer. Han logrado que la gente acepte que dos palabras que se excluyen: falso y positivo, la entiendan como ‘confianza inversionista’. ¡Qué verraquera!
Dife: Aquí los políticos reniegan de sus amigos o se alían con el diablo con tal de obtener el poder.
Ladi: Mira a Petro en el Polo.
Dife: Aunque creo que no todo está perdido. Quedan aún muchas alternativas. Existe mucha gente decente.

Apo: Creo que el Espíritu Santo nos salvará.
Ladi: Ya le vas a meter religión al asunto.
Cando: Claro, Ladi, piensas que todo el mundo es como tú: un pecador irredimible.


Dife: Oigan, ya están muy creciditos, dejen de creer en Papá Noel. ¿Por qué no hablamos del G20, del calentamiento global, de la crisis económica? ¿Del libro que están leyendo?
Ladi: No, mejor hablemos del último éxito vallenato, de cómo ganar la bolita.
Apo: Yo siempre juego en cero tres. Es mi número de suerte.
Cando: Hablemos de lo bonito que está el cielo.
Dife: Oigan, ¿es justo que enviemos jóvenes colombianos a morir a Afganistán?

Ladi: Escuchen… voy a servir de guía de turismo aventurero.
Apo: ¿Cómo así?
Ladi: Voy a traer europeos al ‘mejor vividero del mundo’. Unos amigos por Internet me contactaron, a ellos les gusta correr riesgos.
Cando: Pues sí, aquí te pueden atracar en los buses o hacerte el paseo millonario. Aquí no te aburres.
Apo: Somos, orgullosamente, el segundo país más feliz del mundo.

En esos diálogos se los cogió la madrugada.
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Publicado en el EL HERALDO

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