Por Hugo González Montalvo
La música es un componente básico en la vida de los humanos, todos disfrutamos de las emociones que nos brinda al escucharla.
Pero algo que es estimulante y una gran conquista de la humanidad, se está convirtiendo en una tortura impuesta al ciudadano.
Cada cual es libre de gustarle la música que su educación le permita, en eso estamos de acuerdo. Pero en lo que sí no podemos estar de acuerdo es que lo que le guste musicalmente a unos pocos, o a la mayoría, les sea impuesto a los demás. Eso es lo que esta sucediendo en nuestro entorno. Son barrios enteros en los que el ciudadano se ve abocado a aceptar la arbitrariedad.
Por doquier, durante las veinticuatro horas, desde que se levanta hasta la noche, le retumba, repiquetea, le taladra los oídos la música estridente.
Pareciese que la película de su humilde vida no tuviese más remedio que estar acompañada constantemente por una banda sonora no deseada, ni deseable. En el fondo va estar siempre sonando algo.
En su casa, la música que le gusta al vecino; en el bus, música que le gusta al chofer;
en la calle, música que le gusta al animador que vocifera en la puerta del almacén; en la playa más apartada, música que le gusta al dueño del puesto de ventas, etc.
Es decir, el ciudadano ha renunciado a un derecho fundamental: el derecho al silencio. Por lo menos, un director de cine en su película tiene la posibilidad de combinar músicas de diferentes estilos e intensidad emotiva con gratos y necesarios momentos de silencio.
Y eso es así porque en la vida uno tiene unos ciclos recurrentes que cumplir: trabajar o estudiar, soñar, pensar, meditar, analizar, planear, divertirse y descansar. Pero en nuestro medio, la música que mayoritariamente se escucha es propia de la parranda o la discoteca. El ciudadano, entonces, tiene que estar en una actitud festiva todo el día. Si quiere recuperarse de un duelo, una enfermedad, pensar en resolver un problema económico o si quiere estar en silencio porque le da la gana, no puede. El ciudadano afectado recurre a la autoridad y ésta le dice: “Cógela suave, estamos en la Costa”.
Señor Alcalde: ¿En Barranquilla, también rigen la Constitución y las leyes de la República? ¿Las causas de todo esto? La falta de formación cultural en el respeto a la dignidad del otro, de aceptación de la diversidad de modos de vida. Hay una especie de sumisión implícita y generalizada a la arbitrariedad
. Existe preferencia por utilizar la fuerza disponible en el momento en que ocurra un conflicto. Lógicamente que quienes promueven estas conductas son los que tienen mayores posibilidades de vencer en una confrontación ocasional: los que poseen cualquier poder superior -físico, social, político, militar-.
Las sociedades saben bien que para superar éste estado de cosas, propia de la vida salvaje, existe el Derecho y la concepción de la justicia impuesta por el Estado. Pero ahí viene el problema, para que la mínima moral aceptable y la sensatez imperen, se necesita que funcionen las instituciones encargadas de aplicarlas, y eso es lo que en nuestro medio no se percibe: corrupción, masacres, chuzadas y tráfico de influencias quedan impunes.
Las nuevas generaciones tienen la palabra.
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Publicado como columna de opinión en EL HERALDO de Barranquilla., Colombia.
7 comentarios:
Aplaudo su artículo señor Hugo, estoy totalmente de acuerdo, lo felicito porque usted siempre hace estupendos comentarios. Cordialmente Pedro Torres.
Hay mucha gente arbitraria y resentida en la ciudad. Con el volumen alto de la radio desahoga n su rabia.
Es triste. Yo conozco algunas personas así. Me dan lastima, ofenden solo porque no se soportan así mismas. Será que la gente reacciona?, Carolina Salcedo Gómez
El mal gusto y la vulgaridad se están extendiendo en la Costa y todda Colombia, amigo Hugo. Claro eso no es excusa. El alcalde tiene que hacer algo.
Josefina Aguirre
EDUARDO VARGAS OSORIO evargas_osorio@hotmail.com
Totalmente de acuerdo con lo manifestado por usted en su columna del 4 de mayo en el periodico El Heraldo.
Deseo con el debido respeto agregarle lo siguiente:
Las conductas descritas en su escrito se adecuan claramente a una violacion del derecho fundamental a la intimidad, derecho este que asegura a la persona y a su familia un reducto o espacio fisico inexpugnable, ajeno a los otros, en el que puede resguardarse, aislandose del tumulto de la vida moderna, gozar del recogimiento necesario y proyectar tranquilamente su personalidad, alejado y libre de las intromisiones o contactos que el sistema social normalmente acarrea.
Ahora bien, una interpretacion del derecho fundamental a la intimidad personal y familiar, a la luz de los tratados internacionales ratificados por colombia (CP art. 93),exige entender comprendido en su nucleo esencial la interdiccion de ruidos molestos e ilegitimos.
es importante recalcar que el nucleo esencial del derecho a la intimdad personal y familiar, entendido como el derecho a no ver o escuchar lo que no se desea ver o escuchar.
Con toda consideracion,
EDUARDO VARGAS OSORIO
c.c. 7.412.584 de Barranquilla
teléfonos: 3600543- 358 50 55
De. Alfredo Amín alfredoaminprasca@gmail.com
Lo felicito por su artículo referente al ruido. Quiero contarle lo que me paso al respecto:
En Semana Santa acepte una invitación para pasar los días santos en Taganga en la casa de mi familia política que queda justo al lado del hotel ballena azul y enfrente a la playa.
¿Sabe que hicieron los Tagangueros? Se les ocurrió hacer un festival los días jueves, viernes, sábado y domingo, utilizando un PICO con bafles gigantes, situados en la playa. Comenzaba la música a todo volumen a las 7:30 de la mañana y se extendía hasta las 11:00 de la noche. No hubo poder humano ni autoridad alguna que pudiera parar dicho evento. Que volumen tan alto el que utilizaban y eso que es un sitio turístico para descansar.
El "famoso" festival no tenía ningún objetivo, era solo música y más música; repetir los mismos discos por 4 días que tenían en un CD ..........horrible-
Aquí en Colombia en algunos sitios, no se tiene idea alguna de lo que es DESCANSO y la gente no respeta los gustos ni los niveles de ruido permitidos por las autoridades.
Saludos
Alfredo Amín Prasca
DE:Fadir Delgado fadir.delgado@gmail.com
Hola Hugo, de verdad este tema del ruido en Barranquilla es una agonía a la cual nos vemos expuestos diariamente. Lo más vergonzoso es que para las autoridades locales parece ser un tema intrascendental. Es que esa informalidad, esa dejadez colectiva, ese no pensar en el otro se va consumiendo lo poco de vivible que le queda a esta ciudad.
Se debería emprender una seria campaña al respecto, pero seguro correríamos el riesgo de que nos tilden de aburridos pues las mentes estrechas asociarían una defensa de derechos como un agravio a la alegría que en esta ciudad ha sido mal entendida y rebajada a la vulgaridad y a la chabacanería. Y lo peor es que esas mentes estrechas pululan en todos los escenarios.
Felicidades
Fadir Delgado
DE: Fadir Delgado fadir.delgado@gmail.com
Es sin duda urgente tocar estos temas y también es saludable para mi saber que las preocupaciones individuales son de igual forma preocupaciones de otro, tu columna ánima. Gracias por tu atención y sigue, sigue. El único camino es seguir, insistir... no hay otro.
Mucha vida.
Fadir
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