Por Hugo González Montalvo
El ver la dependencia, casi que infantil, de la población frente a las ofertas baladíes de los medios masivos de comunicación; al constatar la persistencia de los fanatismos políticos, religiosos o deportivos; o al percibir que muchas personas que tienen acceso a las tecnologías postmodernas las operan con mentalidad premoderna, me pregunto:
El ver la dependencia, casi que infantil, de la población frente a las ofertas baladíes de los medios masivos de comunicación; al constatar la persistencia de los fanatismos políticos, religiosos o deportivos; o al percibir que muchas personas que tienen acceso a las tecnologías postmodernas las operan con mentalidad premoderna, me pregunto:
¿Será que tenemos escasos estímulos emotivos y culturales en nuestra propia vida cotidiana que los momentos de alegría, o de frustración, están supeditados a lo que hagan once jugadores en una cancha de fútbol, lo que cante un artista o a las prédicas escandalosas de un locuaz líder religioso? El nivel de argumentación que nos ofrecen nuestros políticos al defender sus propuestas es tan pueril que nos plantean un dilema: ¿nos ofendemos porque consideran que somos estúpidos? o ¿nos concedemos lástima, al recordar que fuimos nosotros quienes los elegimos?
No obstante que la idea de la democracia proviene de la antigüedad, todavía a muchos humanos parece que no les ha llegado la información o no les importa. Digo lo anterior porque 500 millones de personas aún viven en monarquías. Son 14 en Asia (Bután, Camboya, Japón, Malasia, Nepal, Tailandia, Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes, Jordania, Kuwait, Omán y Qatar), tres en África (Lesotho, Marruecos y Suazilandia), dos en Oceanía (Samoa Occidental y Tonga). Aunque conozcamos muchas explicaciones y justificaciones, no deja de sorprendernos, y es el colmo que Europa, con un mayor nivel educativo, no haya desterrado del inconsciente colectivo esa tendencia de asumir orgullosamente sumisos, como súbditos, el financiamiento de los lujos de la corona. Hoy continúan campantes en Europa diez monarquías (España, Bélgica, Dinamarca, Liechtenstein, Luxemburgo, Mónaco, Noruega, Países Bajos, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Suecia).
Una noticia nos llena de optimismo: el rechazo continental al golpe de Estado en Honduras. Las tragedias nacionales de violación a los derechos humanos por las recientes dictaduras conducen a los pueblos a condenar estos intentos antidemocráticos.
Para fortuna nuestra, son cada vez más las personas que en Colombia tratan de defender los principios democráticos del Estado Social de Derecho plasmado en nuestra Constitución. Convivimos en una república con una democracia imperfecta, pero es más soportable que una dictadura constitucional o una tropical monarquía criolla. Las únicas monarquías que aceptamos, por aquí, son las de las reinas y los reyes del Carnaval.
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Publicado en EL HERALDO:
1 comentario:
Como siempre HUGO gracias por tomarte el trabajo de llevar algo de luz a lectores avidos de reflexiones.
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