Por Hugo González Montalvo.
Según cifras divulgadas por el DANE, tenemos veinte millones de pobres, y de esos pobres, ocho millones viven en la miseria. Un país con esos índices de injusticia social uno se lo imagina buscando alternativas para superar el presente ignominioso, pero sorprende que haya un buen número de colombianos que creen que es arriesgado un cambio y apoyan el referendo reeleccionista.
¿Pero hay opciones? Sabemos que actualmente en la gama de partidos políticos hay diferentes posturas frente la realidad social. Es decir, los electores sí tienen opciones al momento de decidir su futuro. Aunque no es clara su presentación ideológica, uno puede intentar agrupar los partidos por sus actuaciones. Repasémoslos brevemente.
Existen unos partidos que abogan para que el presente se eternice. Creen en la jerarquización de la sociedad, Dios supuestamente realizó la selección natural y tendríamos que aceptar resignados las grandes diferencias sociales que hoy prevalecen. Son los partidos conservadores, los actuales dominantes en el panorama político colombiano, que prefieren mantener el Estatus Quo: Partido Conservador, Partido de la U, sectores del Partido Liberal y Cambio Radical. Algunos, que se asumen como radicales de derecha, van más allá y reaccionan ante el presente, procuran llevar el presente a situaciones del pasado (sectores asociados con los Paramilitares).
Hay partidos que piensan que la realidad es injusta, pero que ésta no es por deficiencia estructural del sistema imperante sino por las malas administraciones de los gobiernos. Sus propuestas son de reajustes, reformas para que el presente cambie limitadamente. En Colombia el abanderado de las reformas ha sido el Partido Liberal. Hoy se sitúan también en este espectro de centro: Fajardo, los trillizos (Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Lucho Garzón) y sectores del Polo Democrático Alternativo.
Para otros partidos, en Colombia es necesaria una transformación. Creen que el sistema capitalista es injusto por naturaleza y que la mejor opción es empezar a construir de manera gradual el socialismo democrático: sectores del Polo Democrático Alternativo. Algunos, con menos paciencia, hablan de revolución; es decir, un proyecto de futuro que irrumpe en el presente. Pequeños grupos emancipadores invitan a la anarquía, un antipoder que niega todo poder. Su rebeldía del presente atrae el futuro: tribus urbanas, sindicalistas, feministas, ecologistas, pacifistas.
Están, igualmente, los grupos ilegales armados, terroristas, que buscan erigirse en un contrapoder subversivo. Estos grupos deberían aprovechar el reciente ofrecimiento de mediación de la Iglesia Católica colombiana y reintegrarse a la vida civilizada; como lo reclama la mayoría de la población. Además, en las zonas urbanas hay un poder de coacción que ejercen bandas delincuenciales, que evidencia la ausencia del Estado.
En medio de este panorama, es de admirar la emergencia de múltiples asociaciones de pobres y víctimas que desde la sociedad civil están transformando el dolor en acciones colectivas. Recorren la ecuación: dolor-saber-querer-poder-hacer. La creación de redes de la sociedad civil para influir en la opinión pública es motivo de esperanza: algún día viviremos en una democracia permanente, en un verdadero Estado Social de Derecho.
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Publicado en EL HERALDO
Según cifras divulgadas por el DANE, tenemos veinte millones de pobres, y de esos pobres, ocho millones viven en la miseria. Un país con esos índices de injusticia social uno se lo imagina buscando alternativas para superar el presente ignominioso, pero sorprende que haya un buen número de colombianos que creen que es arriesgado un cambio y apoyan el referendo reeleccionista.
¿Pero hay opciones? Sabemos que actualmente en la gama de partidos políticos hay diferentes posturas frente la realidad social. Es decir, los electores sí tienen opciones al momento de decidir su futuro. Aunque no es clara su presentación ideológica, uno puede intentar agrupar los partidos por sus actuaciones. Repasémoslos brevemente.
Existen unos partidos que abogan para que el presente se eternice. Creen en la jerarquización de la sociedad, Dios supuestamente realizó la selección natural y tendríamos que aceptar resignados las grandes diferencias sociales que hoy prevalecen. Son los partidos conservadores, los actuales dominantes en el panorama político colombiano, que prefieren mantener el Estatus Quo: Partido Conservador, Partido de la U, sectores del Partido Liberal y Cambio Radical. Algunos, que se asumen como radicales de derecha, van más allá y reaccionan ante el presente, procuran llevar el presente a situaciones del pasado (sectores asociados con los Paramilitares).
Hay partidos que piensan que la realidad es injusta, pero que ésta no es por deficiencia estructural del sistema imperante sino por las malas administraciones de los gobiernos. Sus propuestas son de reajustes, reformas para que el presente cambie limitadamente. En Colombia el abanderado de las reformas ha sido el Partido Liberal. Hoy se sitúan también en este espectro de centro: Fajardo, los trillizos (Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Lucho Garzón) y sectores del Polo Democrático Alternativo.
Para otros partidos, en Colombia es necesaria una transformación. Creen que el sistema capitalista es injusto por naturaleza y que la mejor opción es empezar a construir de manera gradual el socialismo democrático: sectores del Polo Democrático Alternativo. Algunos, con menos paciencia, hablan de revolución; es decir, un proyecto de futuro que irrumpe en el presente. Pequeños grupos emancipadores invitan a la anarquía, un antipoder que niega todo poder. Su rebeldía del presente atrae el futuro: tribus urbanas, sindicalistas, feministas, ecologistas, pacifistas.
Están, igualmente, los grupos ilegales armados, terroristas, que buscan erigirse en un contrapoder subversivo. Estos grupos deberían aprovechar el reciente ofrecimiento de mediación de la Iglesia Católica colombiana y reintegrarse a la vida civilizada; como lo reclama la mayoría de la población. Además, en las zonas urbanas hay un poder de coacción que ejercen bandas delincuenciales, que evidencia la ausencia del Estado.
En medio de este panorama, es de admirar la emergencia de múltiples asociaciones de pobres y víctimas que desde la sociedad civil están transformando el dolor en acciones colectivas. Recorren la ecuación: dolor-saber-querer-poder-hacer. La creación de redes de la sociedad civil para influir en la opinión pública es motivo de esperanza: algún día viviremos en una democracia permanente, en un verdadero Estado Social de Derecho.
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