Publicado en EL HERALDO:
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Opiniones, espontáneas y sin pretensiones de verdad, sobre diversos temas interrelacionados, como: la ciudadanía planetaria, la bacanería, la Caribanía y la actualidad cultural, social y política. Este Blog fue creado por Hugo Rafael González Montalvo (q.e.p.d) Actualmente es administrado por la Fundación Bacanería Planetaria, Bacanes y Bacanas del Mundo.
martes, 19 de mayo de 2009
Víctimas y falsa identidad
lunes, 4 de mayo de 2009
Barranquilla, el Alcalde y el ruido
Por Hugo González Montalvo
La música es un componente básico en la vida de los humanos, todos disfrutamos de las emociones que nos brinda al escucharla.
Pero algo que es estimulante y una gran conquista de la humanidad, se está convirtiendo en una tortura impuesta al ciudadano.
Cada cual es libre de gustarle la música que su educación le permita, en eso estamos de acuerdo. Pero en lo que sí no podemos estar de acuerdo es que lo que le guste musicalmente a unos pocos, o a la mayoría, les sea impuesto a los demás. Eso es lo que esta sucediendo en nuestro entorno. Son barrios enteros en los que el ciudadano se ve abocado a aceptar la arbitrariedad.
Por doquier, durante las veinticuatro horas, desde que se levanta hasta la noche, le retumba, repiquetea, le taladra los oídos la música estridente.
Pareciese que la película de su humilde vida no tuviese más remedio que estar acompañada constantemente por una banda sonora no deseada, ni deseable. En el fondo va estar siempre sonando algo.
En su casa, la música que le gusta al vecino; en el bus, música que le gusta al chofer;
en la calle, música que le gusta al animador que vocifera en la puerta del almacén; en la playa más apartada, música que le gusta al dueño del puesto de ventas, etc.
Es decir, el ciudadano ha renunciado a un derecho fundamental: el derecho al silencio. Por lo menos, un director de cine en su película tiene la posibilidad de combinar músicas de diferentes estilos e intensidad emotiva con gratos y necesarios momentos de silencio.
Y eso es así porque en la vida uno tiene unos ciclos recurrentes que cumplir: trabajar o estudiar, soñar, pensar, meditar, analizar, planear, divertirse y descansar. Pero en nuestro medio, la música que mayoritariamente se escucha es propia de la parranda o la discoteca. El ciudadano, entonces, tiene que estar en una actitud festiva todo el día. Si quiere recuperarse de un duelo, una enfermedad, pensar en resolver un problema económico o si quiere estar en silencio porque le da la gana, no puede. El ciudadano afectado recurre a la autoridad y ésta le dice: “Cógela suave, estamos en la Costa”.
Señor Alcalde: ¿En Barranquilla, también rigen la Constitución y las leyes de la República? ¿Las causas de todo esto? La falta de formación cultural en el respeto a la dignidad del otro, de aceptación de la diversidad de modos de vida. Hay una especie de sumisión implícita y generalizada a la arbitrariedad
. Existe preferencia por utilizar la fuerza disponible en el momento en que ocurra un conflicto. Lógicamente que quienes promueven estas conductas son los que tienen mayores posibilidades de vencer en una confrontación ocasional: los que poseen cualquier poder superior -físico, social, político, militar-.
Las sociedades saben bien que para superar éste estado de cosas, propia de la vida salvaje, existe el Derecho y la concepción de la justicia impuesta por el Estado. Pero ahí viene el problema, para que la mínima moral aceptable y la sensatez imperen, se necesita que funcionen las instituciones encargadas de aplicarlas, y eso es lo que en nuestro medio no se percibe: corrupción, masacres, chuzadas y tráfico de influencias quedan impunes.
Las nuevas generaciones tienen la palabra.
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Publicado como columna de opinión en EL HERALDO de Barranquilla., Colombia.