Sabemos que somos máquinas vivientes, resultado de la selección natural de los genes. Somos “vehículos autómatas”, vida que se produce a sí misma. Pero no somos totalmente conscientes que obedecemos a los memes. Los memes son unidades mínimas de información cultural. El meme es un dispositivo cultural que habita nuestro cerebro y que se transfiere por imitación a otros cerebros. Un replicador es algo que se copia a sí mismo. El meme es un replicador, un gen mental. La cultura es un patrón de información contagioso; una consecuencia de la selección natural de las ideas. Esta teoría, debatida en escenarios académicos, es sustentada, entre otros científicos, por Richard Dawkins.
Según sus postulados, los memes son virus mentales que pasan de cerebro a cerebro. El lugar del contagio es la comunicación. Se reproducen por imitación, enseñanza, propaganda; por divulgación de los medios masivos de comunicación, hasta por conversaciones entre amigos. Hábitos, habilidades, canciones, historias, eslóganes, melodías, proverbios, modas, ideas políticas, creencias religiosas, chismes, son ejemplos de memes.
Es conocido que somos poseídos por nuestras propias ideas. Los memes se refugian en el ‘yo’. Están seguros dentro de nuestras mentes. Somos conducidos por conglomerados temporales de ideas que están en nuestra cabeza. Somos anfitriones inconscientes, animales infectados por memes. Somos el producto de los genes y los memes.
Los niños son inmunodeficientes a los memes, estos virus culturales no encuentran en sus mentes ninguna resistencia. Desde entonces, los memes empiezan a darnos órdenes. A decirnos cómo debemos comportarnos.
Después buscamos respuestas a problemas profundos y perturbadores sobre la existencia y encontramos placebos existenciales, superficialmente plausibles, como la religión. El meme “en algo hay que creer” facilita la infección de los memes “miedo al infierno” y “vida eterna en el cielo”. Las ideas, y las instituciones que las encarnan, influyen en la manera como las personas perciben sus intereses. Inclusive, los memes del discurso dominante son tan poderosos que predisponen a las personas para que, irreflexivas, tomen decisiones contrarias a sus propios intereses. El poder sabe utilizar el poder de los memes.
Si aplicamos la anterior teoría en nuestro entorno político, social y cultural, encontramos ejemplos de memes; ingenuos algunos, otros perversos, verdaderas falacias institucionalizadas:
“Dime, ¿y yo qué podía hacer?, “el destino lo quiso así”, “si todo el mundo lo hace”, “come callao”, “no seas sapo”, “¡aja! ¿cómo voy yo ahí?”, “Yo sólo cumplo órdenes”,”¡lo hago porque me da la gana!”, “hagamos un sacrificio por la patria”, “los costeños son unos flojos”, “el recorte de las trasferencias no refuerza el centralismo”, “vamos a erradicar la pobreza”,”el mejor vividero del mundo”,”estamos combatiendo la corrupción”,”vamos a crear más empleo”,”el gasto público disminuye la inequidad”, “se creará una comisión para estudiar el problema”, “se va a realizar una exhaustiva investigación”, “si Dios quiere”, “el país va mal, pero la economía va bien”, “son razones de Estado”, “las cosas siempre han sido así”, “era la piragua de Guillermo Cubillo”,”millones de personas lo apoyan. Tantos no pueden equivocarse”, “es bueno para los pobres mantener los aranceles de los alimentos altos”, “entonces, ¿estás conmigo o contra mí?”, “déjate de vainas, son sólo daños colaterales”, “debemos sacar a la población civil del conflicto”, “con la pollera colorá, colorá”, “debemos humanizar la guerra”, “¡eso no quedará impune!”, “los caminos de Dios son inescrutables”,”la luna de Barranquilla tiene una cosa que maravilla”, “la voz del pueblo es la voz de Dios”, “Junior, tu papá”, “la culpa es de los cachacos, del centralismo”, “vivimos en una democracia”, “te voy a hacer una casa en el aire”, “sumercé”, y la lista usted la continúa. Si nuestros componentes mentales son susceptibles de ser cambiados y si orientamos nuestra vida con responsabilidad, podríamos escoger a un meme libertario, a un meme desinfectante, a un meme devorador de memes siniestros, a un triturador de memes perjudiciales. Ese meme podría desmantelar a los memes nefastos de nuestra mente; desarraigar todas las creencias y encontrar alternativas. Para muchos ese meme es la ciencia. A la ciencia le compete el deber de liberarnos.
Según sus postulados, los memes son virus mentales que pasan de cerebro a cerebro. El lugar del contagio es la comunicación. Se reproducen por imitación, enseñanza, propaganda; por divulgación de los medios masivos de comunicación, hasta por conversaciones entre amigos. Hábitos, habilidades, canciones, historias, eslóganes, melodías, proverbios, modas, ideas políticas, creencias religiosas, chismes, son ejemplos de memes.
Es conocido que somos poseídos por nuestras propias ideas. Los memes se refugian en el ‘yo’. Están seguros dentro de nuestras mentes. Somos conducidos por conglomerados temporales de ideas que están en nuestra cabeza. Somos anfitriones inconscientes, animales infectados por memes. Somos el producto de los genes y los memes.
Los niños son inmunodeficientes a los memes, estos virus culturales no encuentran en sus mentes ninguna resistencia. Desde entonces, los memes empiezan a darnos órdenes. A decirnos cómo debemos comportarnos.
Después buscamos respuestas a problemas profundos y perturbadores sobre la existencia y encontramos placebos existenciales, superficialmente plausibles, como la religión. El meme “en algo hay que creer” facilita la infección de los memes “miedo al infierno” y “vida eterna en el cielo”. Las ideas, y las instituciones que las encarnan, influyen en la manera como las personas perciben sus intereses. Inclusive, los memes del discurso dominante son tan poderosos que predisponen a las personas para que, irreflexivas, tomen decisiones contrarias a sus propios intereses. El poder sabe utilizar el poder de los memes.
Si aplicamos la anterior teoría en nuestro entorno político, social y cultural, encontramos ejemplos de memes; ingenuos algunos, otros perversos, verdaderas falacias institucionalizadas:
“Dime, ¿y yo qué podía hacer?, “el destino lo quiso así”, “si todo el mundo lo hace”, “come callao”, “no seas sapo”, “¡aja! ¿cómo voy yo ahí?”, “Yo sólo cumplo órdenes”,”¡lo hago porque me da la gana!”, “hagamos un sacrificio por la patria”, “los costeños son unos flojos”, “el recorte de las trasferencias no refuerza el centralismo”, “vamos a erradicar la pobreza”,”el mejor vividero del mundo”,”estamos combatiendo la corrupción”,”vamos a crear más empleo”,”el gasto público disminuye la inequidad”, “se creará una comisión para estudiar el problema”, “se va a realizar una exhaustiva investigación”, “si Dios quiere”, “el país va mal, pero la economía va bien”, “son razones de Estado”, “las cosas siempre han sido así”, “era la piragua de Guillermo Cubillo”,”millones de personas lo apoyan. Tantos no pueden equivocarse”, “es bueno para los pobres mantener los aranceles de los alimentos altos”, “entonces, ¿estás conmigo o contra mí?”, “déjate de vainas, son sólo daños colaterales”, “debemos sacar a la población civil del conflicto”, “con la pollera colorá, colorá”, “debemos humanizar la guerra”, “¡eso no quedará impune!”, “los caminos de Dios son inescrutables”,”la luna de Barranquilla tiene una cosa que maravilla”, “la voz del pueblo es la voz de Dios”, “Junior, tu papá”, “la culpa es de los cachacos, del centralismo”, “vivimos en una democracia”, “te voy a hacer una casa en el aire”, “sumercé”, y la lista usted la continúa. Si nuestros componentes mentales son susceptibles de ser cambiados y si orientamos nuestra vida con responsabilidad, podríamos escoger a un meme libertario, a un meme desinfectante, a un meme devorador de memes siniestros, a un triturador de memes perjudiciales. Ese meme podría desmantelar a los memes nefastos de nuestra mente; desarraigar todas las creencias y encontrar alternativas. Para muchos ese meme es la ciencia. A la ciencia le compete el deber de liberarnos.
Este artículo le pudo haber infectado algunos memes.
Publicado en El Heraldo