lunes, 25 de febrero de 2008

Un día en Barranquilla. Cumpliendo citas con las citas.

Por HUGO GONZÁLEZ MONTALVO

Al recorrer la ciudad para cumplir varias citas -–compromisos— recordé algunas citas —frases memorables— de personajes famosos que encajaban con precisión asombrosa en lo que veía al azar. Por ejemplo:
Cuando escuchaba a los conductores insultarse: “Cualquiera que conduzca más despacio que uno es un idiota; y cualquiera que conduzca más rápido es un psicópata”. Robert Lynd.En una esquina vi hablando a dos nuevos ricos, ex funcionarios ellos: “El modo más seguro de seguir siendo pobre es, sin duda, ser una persona honrada”. Napoleón Bonaparte.
Escuchando a otro funcionario hablando de la ‘parapolítica’: “Perdonar implica siempre un poco de olvido, un poco de desprecio y un mucho de comodidad”. Jacinto Benavente.
Y al instante surgió en la memoria ésta: “Un hombre de Estado es el que se pasa la mitad de su vida haciendo leyes, y la otra mitad, ayudando a sus amigos a incumplirlas”. Noel Clarasó.
Hubo un trancón vehicular, se acercaron unos reguladores: “Las frases más aterradoras del idioma son: ‘soy del gobierno y estoy aquí para ayudarle’”. Ronald Reagan.
Un vocero de alguna iglesia con un altavoz hacía una bulla terrible: “Hay dos clases de hombres: los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas”. Antonio Machado.
Al solicitar una información en una oficina pública: “No hay cosa, por fácil que sea, que no la haga difícil la mala gana”. Juan Luis Vives.
Al pasar por una librería: “Las navidades pasadas le regalé un libro a mi sobrino…lleva dos meses tratando de ver dónde tiene que poner las pilas”. Marton Berle.
Revisé mis bolsillos: “¿Por qué siempre te queda tanto mes al final del dinero?”. John Barrimore.
Al ver unas personas suplicando atención médica en la puerta de una clínica: “No sólo es más fácil que un pobre entre al cielo (en vez de un rico), sino que también tiene muchas más posibilidades de hacerlo antes”. Jaume Perich.
Vi una señora llevando muchos paquetes, salía de una tienda de objetos lujosos: “Eso de que el dinero no da felicidad es algo que hacen correr los ricos para que los pobres no los envidien demasiado”. Jacinto Benavente.

Inmediatamente pensé en otra: “Si un hombre dice que se ha hecho rico con el sudor de la frente, pregúntele con el sudor de la frente de quién”. George Bernard Shaw.
Al escuchar el ruido de la música que provenía del vehículo que se estacionó al frente de donde estaba: “No sería buena idea que la potencia de la radio de un carro nunca pudiera exceder el coeficiente intelectual de su dueño?”. Robert Maine.
Y al prestar atención a la letra de la canción que se escuchaba escandalosamente: “Cuando algo es demasiado tonto para ser dicho, puede emplearse para hacer una canción”. Pierre de Beaumarchais.
En la radio la gente opinaba sobre lo divino y lo humano: “Hay mucho que decir a favor del periodismo moderno: ofrecernos la opinión de los que carecen de toda educación nos mantiene en contacto con la ignorancia de la sociedad”. Oscar Wilde.
Al escuchar al político que está en contra de los acuerdos de paz: “Un político es alguien que siempre está dispuesto a dar tu vida por su país”.Texas Guinan.
Al recordar algunos fanáticos de la política: “Para mí, una persona razonable es aquella que está de acuerdo con lo que yo digo”. Benjamín Disraeli.
Les confieso que al pensar en la siguiente frase me preocupé un poco: “Es una suerte para los dirigentes que las personas no piensen”. Adolf Hitler.
Al tratar de explicar la agresividad de muchos compatriotas surgió ésta: “La violencia es el miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”. Antonio Forges.
Cuando llegué al sitio y hora convenido para cumplir una de mis citas: “El inconveniente de ser muy puntual es que nunca está nadie allí para apreciarlo”. Franklin Jones.
Miré el reloj: “Las tres en punto es siempre demasiado temprano o demasiado tarde para hacer cualquier cosa”. Jean-Paul Sastre.

Después de todo lo experimentado en el día, le escuché a alguien decir que “Barranquilla es el mejor vividero del mundo”, recordé: “Los optimistas piensan que vivimos en el mejor mundo de los posibles, y los pesimistas temen que eso sea cierto”. James Cabel.
Ahora, estas citas para los que quieran recibirlas: “El silencio de los envidiosos es el mayor elogio que puede esperar un autor”. Santiago Ramón Cajal. Y “Si hay alguien aquí a quien no haya insultado, le pido perdón”. Johannes Brahms.
Y para finalizar, esta de Ronald Knox: “Un discurso debe ser como una falda: suficientemente corta para despertar el interés y suficientemente larga para cubrir lo esencial”.
Apreciado lector, estoy seguro que usted también tendrá otras frases que son precisas para lo que le está aconteciendo en estos momentos. Nos vemos en la próxima cita.


Publicado en EL HERALDO, Barranquilla, Colombia.
http://www.elheraldo.com.co/ELHERALDO/BancoConocimiento/C/colcumpliendo/colcumpliendo.asp?CodSeccion=42


lunes, 11 de febrero de 2008

Marchas en Colombia, odios y guerra.

Por HUGO GONZÁLEZ MONTALVO
Aún hoy, una semana después, se siguen escuchando diversas opiniones sobre las consecuencias políticas de las marchas. Cada cual, según los intereses que representa, califica los hechos de una manera tan diferente que pareciese que vivieran en países distintos.
Para los organizadores fue un éxito absoluto.La ciudadanía participante en calles y plazas se sintió de nuevo protagonista de la historia, recordó que sigue siendo una importante y decisiva fuerza política. Quedó reafirmado lo que todos sabíamos: rechaza con vehemencia el secuestro y odia a las Farc. Ojalá que se mantenga ese entusiasmo civilizado y veamos con frecuencia a esa misma gente en las calles, protestando o apoyando otras causas de trascendencia para la vida política o económica del país.
El Gobierno interpretó las marchas, como era de esperarse, a manera de un espaldarazo a su política de seguridad democrática. El Presidente debería, entonces, proceder en consecuencia y negociar un acuerdo humanitario y la paz. Nadie podría pensar que estaría siendo débil frente a la guerrilla, sino generoso y seguro en sus convicciones. Permítanme, para mi pesar, dudar de la posibilidad anterior.
Las Farc, parece, que no se han inmutado. Como el acuerdo humanitario y las negociaciones de paz no eran el tema principal de las marchas, muchos la entendieron como un apoyo a la guerra. De esa manera, piensan algunos, habrá guerra para rato. Hay muchos interesados en que las Farc continúen actuando, es el enemigo perfecto que une a la masa ofendida. Los subversivos estarán recibiendo las gracias de todos los empresarios de la guerra que aumentarán así sus ganancias por causa del supuesto apoyo multitudinario a la solución bélica al conflicto.
Chávez, igual y seguramente, estará recibiendo en estos momentos las gracias de muchos patrioteros incendiarios de Colombia que necesitaban tener a un aliado extranjero que les ayudara a exacerbar los odios que tantos beneficios electorales les han traído.
Para Piedad Córdoba las marchas representaron un aumento en el número de insultos, burlas y amenazas que recibe por minuto. Una incoherencia, si la jornada era por la paz.
Garzon, en El Espectador 03,02.08.

Para los uribistas fue la oportunidad ideal, la que estaban esperando, para impulsar la reelección presidencial.
Los actores violentos diferentes a las Farc, que de diversas maneras también convocaron a las marchas, se sentirán respaldados porque sus acciones criminales no fueron recordadas.
Las víctimas de los actores violentos diferentes a las Farc se estarán preguntando ¿será que existimos? ¿Seremos invisibles? ¿Deberíamos sentirnos avergonzados o culpables?
Los medios de comunicación demostraron que son un factor determinante tanto para azuzar a los ciudadanos para la guerra como para estimularlos para procurar la paz.
Los partidos de oposición estarán preocupados, porque supuestamente, buena parte de la población ahora cree que no ser uribista es casi ser subversivo.
Los impulsores del acuerdo humanitarios son vistos en este momento por algunos analistas como ilusos, ingenuos o románticos.
La mamá y la hermana de Íngrid empiezan a ser consideradas por los fanáticos de la guerra como sospechosas de traición a la patria, al cuestionar el sentido de las marchas.
La izquierda democrática, la más perjudicada, son constantemente desprestigiadas al relacionarlas, de mala fe, con todo lo que diga Chávez o con las acciones de las Farc. De esa manera, los programas de gobierno y las ideas parecen que no contaran al momento de hacer un juicio sobre la pertinencia de los partidos en la vida de la nación.
Otra consecuencia de las marchas, es que las diferentes fuerzas sociales y políticas que hasta ahora han luchado unidas por la paz de Colombia están en peligro de dispersarse por desacuerdos menores.
Un acontecimiento contrastante, como los muchos que suceden con frecuencia en Colombia, para el 6 de marzo organizaciones de defensa de los derechos humanos están convocando a un evento de solidaridad con las víctimas de crímenes de lesa humanidad cometidos por todos los actores involucrados en la guerra. Será interesante observar cuál será el comportamiento que en esta ocasión tendrán los medios de comunicación y las organizaciones empresariales y sociales que dieron absoluto respaldo a la marcha del 4 de febrero.

Amigos y amigas lectores, solo queda expresar el profundo dolor y tristeza que causa ver un noticiero de televisión, uno de radio, o leer un periódico en Colombia. Las noticias son alarmantes, el deterioro de la moral es notorio, la violencia de todo tipo es ya cotidiana. Para esa violencia deberíamos también realizar una gran marcha. Pero una marcha silenciosa dentro de nuestros cerebros, recorrer las neuronas y decirles ¡basta! ¡No más! En los hogares, en las calles, en los lugares de trabajo, en los colegios también debe cesar el odio y la guerra.