
El ver la dependencia, casi que infantil, de la población frente a las ofertas baladíes de los medios masivos de comunicación; al constatar la persistencia de los fanatismos políticos, religiosos o deportivos; o al percibir que muchas personas que tienen acceso a las tecnologías postmodernas las operan con mentalidad premoderna, me pregunto:
¿qué tanto ha avanzado la especie humana si gran parte de la población todavía continúa con un pensamiento mágico religioso y con poca capacidad de comprensión racional de los fenómenos naturales, sociales y políticos?
¿Será que tenemos escasos estímulos emotivos y culturales en nuestra propia vida cotidiana que los momentos de alegría, o de frustración, están supeditados a lo que hagan once jugadores en una cancha de fútbol, lo que cante un artista o a las prédicas escandalosas de un locuaz líder religioso?
El nivel de argumentación que nos ofrecen nuestros políticos al defender sus propuestas es tan pueril que nos plantean un dilema: ¿nos ofendemos porque consideran que somos estúpidos? o ¿nos concedemos lástima, al recordar que fuimos nosotros quienes los elegimos? No obstante que la idea de la democracia proviene de la antigüedad, todavía a muchos humanos parece que no les ha llegado la información o no les importa. Digo lo anterior porque 500 millones de personas aún viven en monarquías. Son 14 en Asia (Bután, Camboya, Japón, Malasia, Nepal, Tailandia, Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes, Jordania, Kuwait, Omán y Qatar), tres en África (Lesotho, Marruecos y Suazilandia), dos en Oceanía (Samoa Occidental y Tonga). Aunque conozcamos muchas explicaciones y justificaciones, no deja de sorprendernos, y es el colmo que Europa, con un mayor nivel educativo, no haya desterrado del inconsciente colectivo esa tendencia de asumir orgullosamente sumisos, como súbditos, el financiamiento de los lujos de la corona. Hoy continúan campantes en Europa diez monarquías (España, Bélgica, Dinamarca, Liechtenstein, Luxemburgo, Mónaco, Noruega, Países Bajos, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Suecia).
Creer que el poder proviene de Dios, que hay familias con ‘sangre azul’, suena ridículo en pleno siglo XXI. Pero mucha gente todavía lo cree, no obstante obtenga títulos universitarios y entre en contacto con los conceptos de la modernidad. Entonces, ¿nos debemos asombrar que por estos lares, con una población con menos educación y cultura política, los presidentes pretendan perpetuarse en el poder? ¿Será que creen que todavía tenemos nostalgia de ser dominados por el cacique de la tribu o la corona española?

Es imprescindible que veamos y divulguemos estas películas documentales para terminar de convencernos por qué se requiere de acciones eficaces que detengan la destrucción de la vida en la Tierra. Home se puede ver en Youtube.
La película es una versión libre de una novela exitosa, del mismo nombre, de Roberto Saviano, 2007, basada en una investigación periodística. Las dificultades de mantener un comportamiento ético en un ambiente controlado por la mafia es uno de los temas principales de la obra. La acción delincuencial de la Camorra, la mafia de Nápoles, nos recuerda lo que se vive en varias zonas de nuestro país, donde la gente ha perdido muchos de sus valores en medio de la violencia y corrupción generada por el narcotráfico.
Esta película nos cuenta la vida privada de George Bush y cómo fue posible que un país tan importante y trascendental en la política mundial estuviera influenciado por un hombre con pocos escrúpulos e idoneidad intelectual, que tomó erróneas y nefastas decisiones basado en una primitiva visión religiosa, llena de prejuicios. Resulta sorprendente que estas ingenuas creencias religiosas se mantengan aun vigentes en una sociedad como la estadunidense que ha contribuido tanto al avance científico contemporáneo.
En la Roma renacentista, a finales del siglo XV, Rodrigo Borgia es elegido Papa con el nombre Alejandro VI. Este Papa incestuoso pone al servicio de sus hijos todo el poder económico y militar de los Estado Pontificios. La película da cuenta de los crímenes y los lujos de la familia Borgia y la alta jerarquía de la Iglesia. César Borgia, uno de los perversos hijos del Papa inspiró a Nicolás de Maquiavelo escribir "El príncipe". Recordemos que este libro tiene como recomendación infame que lo importante es conseguir el fin, perpetuarse en el poder, no importa los medios. Llama la atención que artistas geniales, como Leonardo y Miguel Ángel, estuvieron por temporadas al servicio de estos malvados personajes.
Un habilidoso y, a propósito, maquiavélico Hitler va, poco a poco, adueñándose de la totalidad del poder. Cuenta con la complicidad de la población alemana que lo respalda en forma creciente en sucesiva votaciones. La película ilustra su carismático autoritarismo que se benefició del silencio complaciente de la clase media que lo veía como la encarnación de un dios.