lunes, 25 de enero de 2010

El cerebro triúnico. El reptil anda suelto.



Por Hugo González Montalvo

Las noticias nos dicen que en Barranquilla han aumentado los homicidios, inmediatamente crece el miedo y la percepción de inseguridad. Además de las explicaciones socioeconómicas y jurídicas al fenómeno delincuencial, sería conveniente recordar que, aunque nos sintamos muy humanos, nunca vamos a dejar de ser una especie animal. A veces se nos olvida algo elemental: por nuestra historia evolutiva, poseemos un cerebro triúnico (siguiendo la concepción de Mac Lean).          


Una sola estructura y tres cerebros integrados: El paleocéfalo (cerebro reptil), el mesocéfalo (cerebro mamífero) y el córtex (cerebro del Homo Sapiens). Sabemos que el cerebro reptil es agresivo, celoso, genera los impulsos primarios para la supervivencia. Es un cerebro territorial, capaz de cometer las mayores atrocidades en su reacción instintiva de huir o pelear. El cerebro mamífero permite los procesos emocionales y las motivaciones básicas. Y el neocórtex nos concede la facultad de realizar eficaces procesos intelectuales que nos permiten decirnos que somos humanos. 



Sabemos que el cerebro reptil es agresivo, celoso, genera los impulsos primarios para la supervivencia. Es un cerebro territorial, capaz de cometer las mayores atrocidades en su reacción instintiva de huir o pelear. El cerebro mamífero permite los procesos emocionales y las motivaciones básicas. Y el neocórtex nos concede la facultad de realizar eficaces procesos intelectuales que nos permiten decirnos que somos humanos.

Los homicidios realizados con extrema frialdad son muy dicientes. Parece ser que los actuales niveles de pobreza están acorralando al reptil, le generan mucho miedo y estrés. Es de suponer que debido a nuestra historia de violencia, las actuaciones de las autoridades, las injusticias propias de un Estado fallido, hemos construido una sociedad que promueve una ‘cultura reptiliana’. Es decir, una cultura consumista que permanentemente está estimulando a la animalidad que llevamos por dentro. 
Todos sabemos que la industria cultural contemporánea y los medios masivos recurren a la impulsividad (reptil) o la afectividad (mamífero) para atraer multitudes, nos asedian permanentemente con la promoción de la animalidad. En programas de radio, series de televisión, letras de canciones, etc., se justifica socialmente el impulso homicida. 



A veces, con argumentos sofisticados o con argucias de culebrero, se azuza al saurio, que está al acecho de entrar en escena ‘suelto de madrina’.
Uno se puede preguntar: ¿Hasta qué punto nuestra estructura socioeconómica impide que el altruismo recíproco y la compasión sean conductas más comunes?

El sistema educativo tiene el compromiso de promover una cultura que nos permita, como mamíferos, sobrevivir con afecto en una sociedad que estimule al Homo Sapiens Sapiens a desarrollar esa mente moral (M. Hauser) con la que afortunadamente estamos dotados biológica y culturalmente. Según esta concepción, es a la familia a la que le corresponde ir enseñando al infante Homo Sapiens Sapiens cómo controlar los caprichos del mamífero y las furias del lagarto.

Al Estado le corresponde controlar a los que, por muchos motivos, rompen con la convivencia social. Alguien podría decir, entonces, que el reptil anda suelto, campante, haciendo sus fechorías por las calles de Barranquilla.

Seamos optimistas: en la ciudad hay suficiente fuerza moral, formación académica y voluntad para contrarrestar estas ‘altanerías del saurio’. Los medios masivos deben considerar si la cultura que promueven no es más que cultura mafiosa, una versión emotiva de la ‘cultura reptiliana’. Las autoridades y la ciudadanía debemos proponernos que al único lagarto que aceptaremos ahora en Carnavales es al caimán que “se va pa´Barranquilla”.
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Publicado como columna de opinión en el diario EL HERALDO de Barranquilla, Colombia.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por la reflexión Hugo: definitivamente se necesitan más cerebros cognitivos en la dirección del Estado, en el poder público. Pero los pocos cognitivos que hay, cuando ascienden de reptiles a cognitivos, desprecian el poder porque saben que la vida bacana sólo se consigue con la tranquilidad de poder vivir sin afanes de poder y riquezas.

De cualquier forma el mundo solo será posible si los cognitivos son más que los réptiles.

Juancho