Por Hugo González Montalvo.
En nuestra región geográfica del Caribe algunos sectores promueven la institucionalización jurídica de una región autónoma como la solución a los múltiples problemas que nos acosan. Valdría la pena que se analizaran algunos aspectos inherentes al tema, por ejemplo: ¿poseemos una definida nacionalidad cultural? Es decir, ¿nuestra colectividad está fuertemente cohesionada por la conciencia de poseer un pasado y una cultura común? ¿Hemos expresado masivamente la necesidad de poseer una nueva nacionalidad jurídica? En otras palabras, ¿la colectividad ha expresado la necesidad de luchar por su reconocimiento como nuevo sujeto de derecho por parte del Estado centralista unitario? ¿Aspiramos a poseer una nueva nacionalidad política? Precisando, ¿existe una sólida fuerza política regional capaz de exigir al Estado centralista que se nos reconozca la posibilidad de autogobernarnos? Otras preguntas: ¿La autonomía regional conduciría necesariamente a tener mayor democracia y lograr la disminución de la desigualdad o le facilitaría la perpetuación en el poder a las viejas elites aliadas con bandas emergentes en su dominio semifeudal? No haber resuelto los graves problemas regionales, por ejemplo: la prevención de las terribles inundaciones, ¿es una prueba de lo malvados que son los dirigentes centralistas o es una prueba de la desidia de nuestra dirigencia? ¿Por qué los dirigentes políticos regionales aceptan sumisos la centralización antidemocrática de los partidos nacionales? ¿Los dirigentes empresariales regionales no han expresado estar felices con el caudillismo centralista? Tenemos que asegurarnos, con cifras y hechos, que poseemos suficiencia financiera y eficiencia administrativa para constituirnos en región. En un mundo globalizado, creo que al tiempo que se busca mayor autonomía al interior del Estado debemos buscar en Caribanía —comunidad supraestatal con una originaria identidad cultural caribeña— las posibilidades de nuestra prosperidad económica y social. La Caribanía colombiana tiene la palabra.
En nuestra región geográfica del Caribe algunos sectores promueven la institucionalización jurídica de una región autónoma como la solución a los múltiples problemas que nos acosan. Valdría la pena que se analizaran algunos aspectos inherentes al tema, por ejemplo: ¿poseemos una definida nacionalidad cultural? Es decir, ¿nuestra colectividad está fuertemente cohesionada por la conciencia de poseer un pasado y una cultura común? ¿Hemos expresado masivamente la necesidad de poseer una nueva nacionalidad jurídica? En otras palabras, ¿la colectividad ha expresado la necesidad de luchar por su reconocimiento como nuevo sujeto de derecho por parte del Estado centralista unitario? ¿Aspiramos a poseer una nueva nacionalidad política? Precisando, ¿existe una sólida fuerza política regional capaz de exigir al Estado centralista que se nos reconozca la posibilidad de autogobernarnos? Otras preguntas: ¿La autonomía regional conduciría necesariamente a tener mayor democracia y lograr la disminución de la desigualdad o le facilitaría la perpetuación en el poder a las viejas elites aliadas con bandas emergentes en su dominio semifeudal? No haber resuelto los graves problemas regionales, por ejemplo: la prevención de las terribles inundaciones, ¿es una prueba de lo malvados que son los dirigentes centralistas o es una prueba de la desidia de nuestra dirigencia? ¿Por qué los dirigentes políticos regionales aceptan sumisos la centralización antidemocrática de los partidos nacionales? ¿Los dirigentes empresariales regionales no han expresado estar felices con el caudillismo centralista? Tenemos que asegurarnos, con cifras y hechos, que poseemos suficiencia financiera y eficiencia administrativa para constituirnos en región. En un mundo globalizado, creo que al tiempo que se busca mayor autonomía al interior del Estado debemos buscar en Caribanía —comunidad supraestatal con una originaria identidad cultural caribeña— las posibilidades de nuestra prosperidad económica y social. La Caribanía colombiana tiene la palabra.
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