Aunque el tratado firmado con los EE.UU sobre las bases militares no se altere en los próximos diez años, reconocemos que el Consejo de Estado, mediante concepto de su Sala Plena y respondiendo a una consulta del Gobierno, dejó constancia de su pulcritud ética y autoridad jurídica. Con vehemencia y claridad el Consejo le dijo al Gobierno que el tratado “es desbalanceado para el país”. Cuando uno lee el tratado y luego el concepto del Consejo de Estado (ambos disponibles en Internet) no deja de sorprender que esto haya podido suceder en pleno siglo XXI y que la ciudadanía de Colombia no se haya pronunciado indignada rechazando dicho acuerdo. Pienso ahora en las clases de Derecho Internacional en el Externado con el profesor Alfredo Vázquez Carrizosa; recuerdo lo entusiasmados que estábamos, estudiando la manera como los pueblos del mundo habían logrado ponerse de acuerdo sobre unas mínimas pautas de conductas.
Hoy, viendo como los conceptos de soberanía, autodeterminación y respeto al orden jurídico interno de los países son desconocidos con la firma de este tratado, me estoy convenciendo, cada vez más, de que esas clases no eran de Derecho sino de una extraña literatura de Ciencia Ficción.
El Consejo de Estado nos advierte: “de la forma como está redactado el tratado se deriva que los EE.UU determina las actividades a realizar y que Colombia es solo un cooperante. El tratado habla del uso y acceso de las instalaciones y bases militares sin determinar la forma y límites de los mismos”.
Si le sumamos que el tratado “permite al personal de EE.UU, el ingreso y permanencia con la identificación de Estados unidos, sin necesidad de pasaporte ni visa,” estamos ante la evidencia de que nuestro país se está convirtiendo en una extensión de los EE.UU: en un gigantesco portaaviones.
Señor presidente Obama: ¿Si la intención del narcotráfico y de la insurgencia es desestabilizar las instituciones, ustedes no estarán haciendo lo mismo al desconocer principios básicos del Derecho Internacional y la legalidad interna de Colombia? ¿No habrá llegado el momento histórico de reconocer, de manera sincera, inteligente y global, que la lucha contra las drogas se perdió? ¿Por perseguirla policial y militarmente no estarán ustedes realizando daños peores que lo que ésta pudiera causar si estuviese controlada en la legalidad? ¿Somos ilusos si esperamos que usted, como Nobel de Paz, tenga la suficiente sabiduría para aceptar las diversas formas de gobierno que se quieren dar los pueblos de América Latina?
Publicado en EL HERALDO como columna de opinión:
http://www.elheraldo.com.co/ELHERALDO/BancoConocimiento/C/colum16nov-3/colum16nov-3.asp?CodSeccion=48
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